jueves, 17 de abril de 2014

XXXIV Maratón de Londres

               Ha llegado el 13 de abril de 2014 y veo cumplido el deseo que se inició en el 2013.
               Está claro que si hubiese sabido lo atareado que iba a estar en la temporada de preparación para esta maratón de Londres, no me hubiese inscrito por aquellas fechas de septiembre del 2013.
               Ahora ya sé lo que se siente al correr una prueba de tan larga distancia sin haber seguido un mínimo plan de entrenamiento.
               A doña maratón hay que tenerle, aunque sea, un mínimo respeto.
               Menos mal que me lo he tomado con calma y no he dejado que se impusiera el orgullo. Cosa que estoy seguro hubiese ocurrido si hubiese sido de mis primeras maratones.
               Al final un crono de 4:03:50 que en caliente me dejó bastante desanimado y con el paso del tiempo voy asimilando que fue lo normal para lo que había entrenado.
               
               En cuanto al recorrido, decir que es bastante llano con unas tres subiditas y bajadas sin apenas importancia.
               Salimos desde cerca de Greenwich, en tres salidas diferentes que antes de los 5 km ya se habían juntado todos.
               
               Hasta el km 20 fuimos por el margen derecho del Támesis y ahí lo cruzamos por el Puente de Las Torres.
               
               La segunda parte del Maratón transcurrió por el margen izquierdo del rio y en un tramo de unos 2,5 km, allá por el km 35, pude ver a la cabeza de carrera, capitaneada por el que iba a batir el record, Wilson Kipsang (2:04:29).
               En los km finales pasé por el Big Ben, muy cerca de La Noria y terminé en meta delante de Buckingham Palace.
               
              

              Espectadores habían desde el km 1 hasta el 42 sin fallo alguno. Quizás debido en gran parte por el buen clima que nos acompañó. Gritaban y animaban enfervorecidos como si de sus familiares se tratara. Te ofrecían, muchos de ellos, gominolas, frutas, pañuelos, bebidas, etc.
               

               Resumiendo, decir que he corrido por una ciudad de 8 millones de habitantes en donde se hablan más de 300 lenguas diferentes, que tiene un índice de paro por debajo del 8%, tienen moneda diferente a la nuestra (la libra), conducen por la izquierda y con los precios más altos que en España.
              

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